La Lettre d'Edouard Carmignac

[Management Team] [Author] Carmignac Edouard

La carta de Edouard Carmignac Edouard Carmignac comenta la actualidad económica, política y social.

París,

 

   Estimados lectores,

      Debido a su contundencia, a su magnitud y a la incertidumbre sobre su duración, esta pandemia resulta especialmente angustiosa. Además, la situación incita a numerosos analistas imbuidos de unos conocimientos a menudo cuestionables a hacernos partícipes de numerosas predicciones alarmistas que se adecúan más a sus sesgos ideológicos que a un juicioso análisis prospectivo. Los populistas abogan por una puesta en entredicho de la globalización, los activistas ecológicos promueven una economía verde como último baluarte frente al riesgo de contaminación, sin olvidar, por supuesto, a los marxistas —a menudo camuflados, pero que siguen sin darse por vencidos—, que se encargan de anunciarnos, una vez más, el final del capitalismo.

   ¿Fue la globalización el origen de la gripe española de 1918 o la peste negra de 1350? Si bien el tráfico aéreo constituye indudablemente un vector de propagación, ¿sería acaso concebible condenar al turismo de masas y que nuestros amigos británicos renuncien repentinamente a nuestras soleadas costas mediterráneas en pro de los tímidos rayos de sol de la Riviera de Brighton? ¿Por qué no imaginar, puestos a ello, que a la luz de este confinamiento interminable las parejas mal avenidas descubren las virtudes de la fidelidad?

   Mi análisis es diferente. Como Lenin puso de manifiesto en su día, la historia de la humanidad no es lineal y no evoluciona a un ritmo regular. Esta pandemia nos ha sorprendido, y nos sorprenderá aún más como catalizador de la historia. Así, no acusamos un exceso de globalización, sino una falta de la misma, y esta debe llevarse a cabo de una manera más controlada y solidaria. ¿No resultan los giros de 180 grados ante la crisis de la enfermedad COVID-19 orquestados por los dos pesos pesados del populismo, Donald Trump y Boris Johnson, patéticos y especialmente dolorosos para su pueblo? ¿No habría redundado en beneficio del Occidente aprender de las luchas contra la epidemia que han librado China y Corea del Sur? ¿No habría sido posible poner en marcha desde finales de enero un plan mundial de producción de mascarillas? Más allá de esta crisis, la reducción del riesgo epidémico constituye un imperativo categórico. Somos muchos los que poblamos nuestro bello planeta y debemos tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe contar con medios para convertirse en una torre de control del riesgo epidémico, pero también tiene que tener la capacidad de coordinar los programas nacionales de investigación en materia de lucha antivírica.

   Habida cuenta de que esta crisis debilita a los más vulnerables, debe llevar aparejadas medidas de solidaridad financiera. En los países ricos, es necesario preservar el poder adquisitivo de los más desfavorecidos. En Europa, los países del norte del Viejo Continente, al brindar apoyo a los del sur, esbozan la tan esperada mutualización de la deuda comunitaria. Por último, la marcada desestabilización que están acusando numerosas economías emergentes, especialmente las del continente africano, debe llevar a los países desarrollados, por su propio interés, a acudir en su ayuda.

   En este contexto, ¿qué cabe esperar de las perspectivas de inversión? La implementación de estas redes de solidaridad tiene un coste considerable. Este se ve reducido por el incremento meteórico de la deuda pública, que queda mayoritariamente absorbido por los bancos centrales. Así, la hipótesis de unos tipos a cero en todo el mundo sumados a una depreciación de los títulos de deuda pública y de las divisas, que anunciamos hace exactamente un año, se materializa a marchas forzadas. Por tanto, la prioridad en la gestión de la renta fija ya no es gestionar los tipos, sino más bien los riesgos crediticios, tanto en la esfera pública como en la privada. La gestión del riesgo de divisa también recuperará su lustre perdido y pondrá de manifiesto, en particular, el atractivo de la moneda de referencia por antonomasia: el oro. En términos de gestión de la renta variable, esta crisis también refuerza las temáticas que rigen nuestras decisiones. El contexto actual nos lleva a recurrir al canal online para efectuar una parte cada vez mayor de nuestras actividades, como trabajar, comprar, realizar pagos, jugar, efectuar consultas al médico, etc. El sector de la salud, que se ha visto históricamente favorecido en su calidad de fuente de mejoras de nuestra esperanza de vida, adquiere una prioridad aún mayor. Por último, China se erige como la gran vencedora de esta crisis. El gigante asiático ha logrado atajarla en solitario y ha vuelto a poner en marcha su maquinaria productiva en un tiempo encomiable. En un momento en el que las fechas que marcan el final del confinamiento en Occidente siguen siendo inciertas, la fiabilidad de los sectores industrial y de salud chinos despierta nuestra admiración.

   Con el sincero deseo de que este confinamiento interminable les resulte lo más llevadero posible, reciban mis más cordiales saludos.

Édouard Carmignac