Europa | 42.3 % | 48.2 % | 90.5 % |
América del Norte | 49.0 % | 15.7 % | 64.7 % |
América Latina | 0.4 % | 15.3 % | 15.7 % |
Europa del Este | - | 7.8 % | 7.8 % |
Asia Pacífica | 4.2 % | 2.7 % | 6.9 % |
Asia | 4.0 % | 2.8 % | 6.7 % |
África | - | 4.6 % | 4.6 % |
Oriente Medio | 0.2 % | 3.0 % | 3.1 % |
Total | 100.0 % | 100.1 % |
Entorno de mercado
En EE. UU., los datos volvieron a evidenciar la resistencia de la economía, con unas cifras de inflación que siguieron siendo elevadas. Por el contrario, en Europa continuó la tendencia desinflacionista. En este contexto, la Fed y el BCE mantuvieron el rumbo y deberían iniciar un movimiento de rebaja de sus tipos de interés a partir del verano. Por su parte, el Banco de Japón se desmarcó de la tendencia: puso fin a ocho años de tipos de interés negativos al multiplicarse las señales de crecimiento sólido de los salarios. Este entorno de crecimiento resistente, inflación persistente y bancos centrales más expansivos sigue alimentando el rebote de los activos de riesgo. El S&P 500 se anotó su mejor arranque de año desde 2019. Si bien este rebote se ha nutrido principalmente de los llamados Siete Magníficos, a finales de mes vimos una participación más amplia del mercado, con un rebote de los sectores cíclicos sostenido por la subida de las materias primas. El petróleo subió un 5%, hasta 87 dólares por barril (Brent), mientras que el oro marcó un nuevo máximo al superar el umbral de los 2.200 dólares. Las bolsas parecen haber integrado el escenario optimista, según el cual los bancos centrales recortan los tipos de interés y la economía experimenta una ralentización moderada, lo que se traduce en niveles de valoración elevados, pero que se apoyan en unos beneficios al alza. La clase de activos de deuda corporativa también registró un buen comportamiento. Los tipos europeos descendieron en el periodo, mientras que el diferencial de crecimiento entre EE. UU. y la zona euro se mantuvo.